Flavio en el bosque
A lejos se observaba, allá en el horizonte, cuando el
sol se pone, una silueta pequeña y fortachona, pero a la vez tierna. Con hacha
y herramientas a mano y un saco amarrado al torso, se acercaba Flavio, con
rostro lleno de felicidad por haber cumplido su propósito, cazar conejos y
pequeñas criaturas para alimentar a su familia y a él.
Flavio vivía en una pequeña casita cerca del bosque,
no era la única del lugar, pero las demás estaban separadas por una distancia
que hacía que el lugar pareciese sin rastro de vecinos. Era un terreno
tranquilo, hasta que su hermano pequeño se introducía en el espacio, corriendo
y saltando como ardilla jugando con una tela de colores, mientras su madre se
encontraba en casa, limpiando y preparando algo de comida. El padre de Flavio
murió cuando aún no nacía Fred, su hermano pequeño.
Como era de costumbre, Flavio se dedicaba a llegar a
casa siempre con algo para comer, amaba cazar y también lo hacía por amor a su
familia. Había aprendido de su padre el arte de cazar, desde muy pequeño salía
a recorrer las profundidades del bosque, buscando animales pequeños y grandes,
y de esa manera el bosque se hizo parte de él.
Llegando Flavio del bosque entro en su casa, saludo a
su madre con beso cariñoso en la mejilla y se dejo caer en el sofá, podía
apreciar la vista por la ventana, le pareció raro no ver a su hermano en el
paisaje, riendo y revoloteando como colibrí enloquecido.
Al rato su madre le habló, mientras dormitaba en el
sofá, ella le pidió que fuera a buscar a Fred, como buen hijo obedeció y fue a
buscar su hermano, salió de la casa , no lo vio ,fue a ver el terreno que va
por detrás, tampoco, ‘‘ni un rastro de él” dijo en su mente, “debe estar a
dentro y mamá no se dio cuenta”, se dijo. Entro en la casa, le dijo a su madre
que ni estaba afuera, lo buscaron por la casa, pero ni un rastro de él.
La madre se puso nerviosa, asustada, sin saber que
hacer, Flavio la tranquilizaba, decidió ir a buscar a Fred al bosque. Cogió sus
herramientas y una lámpara de gas, la noche caía y el bosque de noche era como
un laberinto obscuro y peligroso.
Se aventuró Flavio en el bosque, conocía ese lugar
como la palma de su mano. Buscó con desesperación a su hermano, subió árboles
entró a cuevas, buscó bajo piedras, aumentaba el miedo en Flavio cada vez que
creía que iva a encontrar a su hermano, y al darse cuenta que no estaba allí.
Derepente, en el silencio del bosque se escucho una voz que decía ”¿Flavio eres
tú?”, era la voz de Fred, estaba seguro que no estaba alucinando producto del
miedo, corrió en dirección del sonido y bajando un pequeño camino de tierra
suelta vio a su hermano tirado en el suelo con la ropa rota y sangrando “Me
atacó un lobo, Flavio quiero a mamá”. Flavio tomo a su hermano y se dirigió a
casa. Su hermano lloraba con desesperación, tenía mordido sus brazos. Llegando
a casa, mamá llorando, limpió y curó sus brazos.
A la mañana siguiente Flavio fue a cazar, durante su
ausencia, en casa mamá cuidaba a Fred, ella entró en la habitación donde se
encontraba durmiendo como un bebé su hijo pequeño. Lo despertó para darle de
comer, y mientras le daba sopa calientita en pequeñas cucharadas, le preguntó
porque se había ido al bosque, y lo único que Fred respondió fue “quiero ser
como Flavio mamá”.
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